Hacía tiempo que quería mostrar imágenes de una visita que hice a una bodega de Jerez, casi desconocida para el gran público. Esta bodega se encuentra en el centro de la ciudad y tiene todos los ingredientes para cautivarte. Atmósfera, luz, olores… Eso de que parece que el tiempo se hubiera detenido es cierto y la calma sólo se rompe con la visita de algún parroquiano que atraviesa el portalón del despacho de vinos, para comprar un cuarto de amontillado o un medio de fino. Almocadén es en árabe el nombre de la figura que salvaguardaba las vides del señor de la zona. Esta figura está representada en las botellas con un exquisito detalle: el tapón se asemeja al turbante propio del atuendo de este personaje. Esta bodega, propiedad de la familia González Sillero desde hace generaciones, no sólo elabora vinos, sino, como era natural, unos vinagres de escándalo que descansan en las botas de su finca, rodeada por viñedos, de las afueras de Jerez. Tiene, por no faltarle de nada, su perrillo bodeguero, que sólo se dignó a quedarse quieto cuando, después de que Enrique me enseñara las dependencias, preparaba la cámara para comenzar la sesión. "Solera" que así se llama el can se desperezó sin ningún pudor y siguió a lo suyo. Me da que tiene que ser más listo que el hambre, si no seguramente hoy estaría en el paro. Bien, si alguien visita la ciudad no deje de visitar la bodega y comprar cualquiera de los tesoros vinícolas que allí descansan, además los puede acompañar con quesos Pajarete, productos de salazones de Herpac o aceites de Molino El Salado que, junto con Jamones Montesierra y Dulces de Aromas de Medina, integran el consorcio alimentario gourmet gaditano Selectia-Food. En la calle Jardinillo, 16 de Jerez Bodegas Almocadén. Un descubrimiento.
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