Cuando uno tiene oportunidad de conocer sitios nuevos e impensables, los detalles quedan como más latentes por mucho que el tiempo pase. Invitados por nuestra amiga Anita, visitamos Ginebra y vivimos experiencias variadas e inolvidables de su mano. Una de ellas la visita al encantador Château des Avenieres. Maravilloso paraíso ideado por una heredera norteamericana hace mucho, mucho tiempo, frente a los prados y montañas que rodean el Mont Blanc. El edificio, señorial y elegante, se encuentra en un lugar privilegiado con unas vistas de ensueño.
Terrazas superpuestas flanqueadas por escalinatas te llevan a una piscina de estilo francés rodeada de césped y flores que extasían la vista. Lo nuestro fue el almuerzo y nos decidimos por un menú gastronómico en el que, gran idea, puedes elegir dos primeros o dos segundos, o lo usual, primero y segundo. Los platos de delicadeza estética o rotunda concepción, eran sabrosos y apetecibles a simple vista. Los vinos fueron propuestos por el metre según lo solicitado y acertó en todos los casos. Abrió el festival un surtido de aperitivos rico y nada empalagoso. Os presento, con imágenes el gran momento, el entorno y a nuestra querida anfitriona. Sus compañeros en casa Moka y Balam ya aparecieron en mi página de facebook, aunque igual les dedico un post especial. Por lo bien que se portaron se lo merecen sin duda.
LA SEGUNDA OLEADA DE LA BISTRONOMÍA
Hace 5 años