El que fuera uno de los fundadores del maravilloso proyecto Gastrómium, que nos hizo soñar con un futuro culinario a la altura de la cocina contemporánea universal, Ernesto Malasaña, se ha tirado al ruedo de esa plaza infalible, si se sabe lidiar, que es el gastrobar.
Bueno pues el bueno de Ernesto abre su local en una de las entradas a Sevilla, la Barqueta, trás desligarse del trío, y comienza a ser uno de los más aceptados bares de "gastro" (o gastrobares) con las ideas muy claras. Su equipo de sala es rápido, eficaz, simpático y ágil. Joven y despreocupado pero, y esto es importante, muy educado, jamás llega al colegueo. Es un placer. Los platos son de factura sencilla pero compleja elucubración. Enunciados clásicos con giros creativos. Canelón de cochinillo. Bacalao negro. Dumplings con mermelada de pimiento rojo algo picante. Hamburguesa de langostino…¡¡Vamos!! Todo un antojo. Se me antoja que incluso el nombre está bien pensado. El Antojo. Que por si alguien no ha caído significa el deseo antes de ver algo, deseo "antes-del-ojo". Antes de que lo vea el ojo. En la calle Calatrava, en el principio un sitio más para disfrutar, que es lo que nos gusta.
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