Por fin pude ir a Puratasca, este pequeño gastrobar, de aspecto destartalado, que atesora todo el encanto de una tasca de las de toda la vida. No busque decoración…caos reina en cada rincón de la casa pero engancha. La simpatía del personal es exquisita y la cocina, idem de idem. Ahora me explico porqué suena en todos los ambientes gastronómicos con rotundidad. Es un bar con personalidad, que es lo que se echaba de menos en Sevilla. Raúl, Cayetano…el equipo entero está entregado a una labor muy concienzuda: dar calidad, agradar y divertir al que traspasa esas divinas puertas de cristal ilustradas como los ultramarinos antiguos, con su chorizo y su jamón y todos sus sacramentos, sifón incluido. Ilustran este apartado un cremoso Ajoblanco con una quenelle de granizado de sangría, muy refrescante y unas Verduras en tempura con solomillo y mojo picón. Tengo que acercarme por allí una noche de estas. Creo que el encanto se multiplica.
Llevo queriendo ir a este sitio desde Semana Santa, ahora sí que ya no hay excusa. Gracias por las recomendaciones. Un saludo.
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