En el breve espacio de tiempo que el sello Martín Berasategui lleva en nuestra ciudad ya ha conseguido lo que parecía impensable: Una estrella Michelín y en poco menos de un año. Eso se llama "llegar y besar el Santo". Martín dejó al mando del restaurante del Hotel EME a un joven andaluz, de Ronda, que trabajaba con él en Lasarte cuando lo visité la última vez. La meteórica carrera de Baltasar Díaz Corbacho, tiene su explicación. Es un hombre apasionado con la cocina, intuitivo, sensible y (este pienso que es uno de los factores importantes) muy disciplinado. Su presencia en Sevilla no es gratuita. La responsabilidad que supone dirigir un feudo del cocinero vasco tiene que ser apabullante, es por ello que antes, ante sus jefes de cocina en la casa madre, tienen que demostrar su valía y después a volar con lo aprendido.
Balta no es sólo un delfín, como dicen los cursis, de Berasategui sino mucho más. Un cocinero metódico y experimentado que ha demostrado en poco tiempo que en la élite de la cocina internacional se mueve como pez en el agua y eso nos tiene que alegrar enormemente porque intuyo que su presencia en Sevilla va a suponer una gran revolución. De momento nos ha traído una estrella Michelín y la repercusión que eso significa. Andalucía, comunidad turística por excelencia, lo va agradecer mas pronto que tarde.
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